La CDMB apoya hogar de paso de víctimas de las minas antipersonal
Mayo 1 de 2013
“La tierrita hay que cuidarla siempre, ella es nuestra gran madre protectora, la que nos proporciona todo. Desafortunadamente la violencia me sacó del campo y me alejó de los árboles, animales y quebradas, ahora estoy en la ciudad y me doy cuenta de la falta que nos hace la naturaleza”. Las palabras son de Esteban Triana, un campesino de 38 años, víctima de las minas antipersonal, quien reside en la granja El Tabacal en compañía de 11 compañeros más, afectados por estos siniestros métodos de guerra. Este lugar está localizado a 200 metros del anillo vial, frente al Sena, separado de Codiesel por la quebrada La Iglesia, sector limítrofe de Girón y Bucaramanga.
Triana era un ordeñador residente en un punto equidistante entre los municipios de Puerto Salgar (Cundinamarca), La Dorada (Caldas) y Caparrapí (Cundinamarca). El 13 de abril del 2007, a las 4:10 de la mañana, mientras llevaba por un camino a una de las 17 vacas que ordeñaba diariamente, pisó una mina y perdió su pierna izquierda, y una esquirla se le incrustó en la médula espinal y le mantiene paralizado medio cuerpo.
“Perdí el conocimiento, a los 8 días me desperté en el hospital de La Dorada. Inicialmente me hicieron unos tratamientos. He deambulado de un lado para otro sin el apoyo del Gobierno. Llegué a Bucaramanga y gracias al señor Rafael vine a dar acá, en donde me llevan todos los días a la Clínica Ardila Lulle para los exámenes y tratamientos, me dan la comidita y me consiguen algunas de las cositas que necesito”, indicó.
Esteban es el menos afectado de los doce residentes en este hogar de paso para víctimas de las minas antipersonal. Sus compañeros vienen de Norte de Santander, sur de Bolívar y el Magdalena Medio santandereano y sus condiciones son más deplorables.
El hogar de paso está ubicado sobre una margen de la quebrada La Iglesia, que emana olores nauseabundos. Por este motivo, la CDMB organizó ayer una jornada ambiental para la siembra de plántulas, entre ellas 60 de olor, entre galanes de la noche, jazmines y tulipanes que con su aroma harán menos difíciles las condiciones de supervivencia. Los otros árboles son ornamentales: francesinas, penitentes y cayenos. Participaron además estudiantes del colegio Roberto García Peña y miembros de la Policía Ambiental.
Según Miryam Barajas, gestora institucional de la CDMB en Girón: “Esta es la primera parte de la jornada y tiene como finalidad principal mejorar las condiciones de vida de estas personas que requieren la mano amiga de todos los estamentos sociales. Igualmente, pretendemos sensibilizar a los estudiantes en la preservación y conservación de las fuentes hídricas, como en este caso la contaminada quebrada La Iglesia. Igualmente, sensibilizarlos en la disposición que siempre deben tener para participar en esta clase de obras humanas”.
El sueño de Esteban es seguir su proceso de recuperación para volver algún día a vivir en el campo, en la finca de donde la violencia lo sacó, y para entonces espera que por allí ya no haya presencia de actores armados.
“La tierrita hay que cuidarla siempre, ella es nuestra gran madre protectora, la que nos proporciona todo. Desafortunadamente la violencia me sacó del campo y me alejó de los árboles, animales y quebradas, ahora estoy en la ciudad y me doy cuenta de la falta que nos hace la naturaleza”. Las palabras son de Esteban Triana, un campesino de 38 años, víctima de las minas antipersonal, quien reside en la granja El Tabacal en compañía de 11 compañeros más, afectados por estos siniestros métodos de guerra. Este lugar está localizado a 200 metros del anillo vial, frente al Sena, separado de Codiesel por la quebrada La Iglesia, sector limítrofe de Girón y Bucaramanga.
Triana era un ordeñador residente en un punto equidistante entre los municipios de Puerto Salgar (Cundinamarca), La Dorada (Caldas) y Caparrapí (Cundinamarca). El 13 de abril del 2007, a las 4:10 de la mañana, mientras llevaba por un camino a una de las 17 vacas que ordeñaba diariamente, pisó una mina y perdió su pierna izquierda, y una esquirla se le incrustó en la médula espinal y le mantiene paralizado medio cuerpo.
“Perdí el conocimiento, a los 8 días me desperté en el hospital de La Dorada. Inicialmente me hicieron unos tratamientos. He deambulado de un lado para otro sin el apoyo del Gobierno. Llegué a Bucaramanga y gracias al señor Rafael vine a dar acá, en donde me llevan todos los días a la Clínica Ardila Lulle para los exámenes y tratamientos, me dan la comidita y me consiguen algunas de las cositas que necesito”, indicó.
Esteban es el menos afectado de los doce residentes en este hogar de paso para víctimas de las minas antipersonal. Sus compañeros vienen de Norte de Santander, sur de Bolívar y el Magdalena Medio santandereano y sus condiciones son más deplorables.
El hogar de paso está ubicado sobre una margen de la quebrada La Iglesia, que emana olores nauseabundos. Por este motivo, la CDMB organizó ayer una jornada ambiental para la siembra de plántulas, entre ellas 60 de olor, entre galanes de la noche, jazmines y tulipanes que con su aroma harán menos difíciles las condiciones de supervivencia. Los otros árboles son ornamentales: francesinas, penitentes y cayenos. Participaron además estudiantes del colegio Roberto García Peña y miembros de la Policía Ambiental.
Según Miryam Barajas, gestora institucional de la CDMB en Girón: “Esta es la primera parte de la jornada y tiene como finalidad principal mejorar las condiciones de vida de estas personas que requieren la mano amiga de todos los estamentos sociales. Igualmente, pretendemos sensibilizar a los estudiantes en la preservación y conservación de las fuentes hídricas, como en este caso la contaminada quebrada La Iglesia. Igualmente, sensibilizarlos en la disposición que siempre deben tener para participar en esta clase de obras humanas”.
El sueño de Esteban es seguir su proceso de recuperación para volver algún día a vivir en el campo, en la finca de donde la violencia lo sacó, y para entonces espera que por allí ya no haya presencia de actores armados.